Los profesores tienen una función importantísima en este aspecto, pero es el ejemplo de la familia el que cala de verdad en los hijos
El amor incondicional, la bondad, el afecto, la honestidad,
la justicia, la solidaridad, el respeto, la tolerancia... son valores
necesarios para realizarnos correctamente, para crecer y ser felices.
Las personas adultas deberíamos saber transmitirlos a las generaciones
que nos siguen. Pero ¿por dónde empezar su enseñanza y aprendizaje? Lo
principal es que todos los expertos consultados señalan a la familia como el lugar principal donde se descubren los valores. Pero ¿están las familias preparadas para este reto?
Coherencia en el testimonio
En este aspecto de la educación, los padres han de ser conscientes de que su manera de ser y de hacer familia será crítica. Para la escritoraVictoria Cardona. «los padres deben saber que en la primera infancia los niños imitan todo, por lo que es muy importante ser coherentes a la hora de dar testimonio. Los valores no se enseñan. Los valores los descubren los hijos a través del ejemplo de los padres». Coincide con ella Ramón Olegario, profesor de pedagogía terapéutica del IES nº 1 de Riberia (La Coruña), para quien la educación en valores debe empezar en casa, y cuanto antes. «Si un niño ha tenido una buena base afectiva, una base armónica, ese niño tiene mucho ganado. De hecho, la escuela tiene una función importantísima en este aspecto, pero los profesores somos sólo los subsidiarios de dicha educación en valores». La familia, prosigue Cardona, «es núcleo de la sociedad donde se educan por contagio a todos los que la integran. Pero cada familia tiene su estilo y debe estudiar qué valores quiere transmitir». Ahí es donde Javier Borrego, profesor de Ética y Antropología de la Universidad CEU San Pablo hace hincapié en lo siguiente: «Los valores por sí solos no son nada. Sólo tienen su sentido cuando están ordenados y podemos señalar un valor central».Distintas jerarquías
De ahí que Borrego proponga que cada familia se plantee qué ideal es el que le mueve. Porque, prosigue este docente, no todas las jerarquías de valores son iguales.
«Puede haber familias que entiendan que lo mejor es colmar todos los
deseos de los niños, y entonces los niños crecen sin enfrentarse a los
problemas y disfrutando de la vida… pero a la larga será perjudicial.
Pero puede haber otras familias que su ideal sea la unidad y la
comunicación. Entonces se acostumbrarán a no tenerlo todo
inmediatamente, a compartir. Los niños de estas familias crecerán más
felices. Es así de sencillo».
De esta forma, mientras que para este profesor la educación
en valores debe empezar por la enseñanza de ciertos criterios éticos y
estéticos, para el profesor de pedagogía terapéutica del IES Nº 1 de
Ribeira (La Coruña), hoy por hoy lo principal sería «educar en el
respeto al prójimo, llevado a todos los niveles». «Yo diría que todos
son importantes», apunta por su parte Victoria Camps, catedrática de
Filosofía Moral y Política de la Universidad Autonoma de Bellaterra, Autora del libro «Qué hay que enseñar a nuestros hijos»,
Camps concluye que «el buen humor, la generosidad, la autoestima... son
conceptos encadenados que se van complementado, y cuyo conjunto explica
qué es eso de la felicidad».Articulo sacado de www.abc.es/familia.