martes, 28 de febrero de 2012

¿Existe el Matrimonio Perfecto?

¿Existe el Matrimonio Perfecto?

¿Existe el Matrimonio Perfecto?
No existe ningún matrimonio perfecto, pero si puede haber matrimonios saludables!
Somos seres humanos imperfectos y por lo tanto no puede haber matrimonios perfectos, pero si matrimonios saludables. Un matrimonio saludable, no es uno que no tenga problemas; es un matrimonio que sabe manejar los problemas y los conflictos.
Además de que no somos perfectos, somos muy diferentes y las maneras de pensar y de enfocar las circunstancias de la vida son muy diversas. Entonces esto nos lleva a una pregunta:
¿Cómo puede sobrevivir un matrimonio con tales diferencias?
El diseño de Dios para el matrimonio es la unión de dos personas imperfectas, con muchas diferencias físicas, temperamentales, spicológicas; para que fueran un complemento. Por lo tanto esta relación complementaria necesita de una gran capacidad de paciencia, tolerancia y respeto para que pueda funcionar. Si alguno de los dos o los dos no son tolerantes, dispuestos a ceder, ese matrimonio está prácticamente condenado al fracaso.
Muchas veces no es fácil ceder porque tenemos convicciones basadas en nuestro sistema de creencias que nos hacen pensar que somos nosotros los que tenemos la razón, pero la verdad es que de nada nos sirve tener la razón si al querer imponerla vamos a lastimar la relación con nuestro cónyuge.
Efesios  4:2-3: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Dios nos manda a tomar la decisión de ser humildes y mansos, para soportar con paciencia las diferencias y las debilidades de nuestro cónyuge para permanecer unidos y en paz. Todos queremos vivir en paz y en unidad, pero si no aprendemos a ceder, a conversar sobre las diferencias de opinión sin pretender imponer la propia, va a ser muy difícil alcanzar esa paz anhelada.
En cualquier decisión del diario vivir en el hogar, debemos procurar ponernos de acuerdo, hablar del tema, exponer argumentos de porque nos parece que se deben hacer las cosas de A o B manera. Si la pareja no logra llegar a un acuerdo, para tomar una decisión sabia, o busquen ayuda con un consejero especializado; pero nunca traten de imponer las decisiones, porque esa actitud va a generar heridas que pueden dañar la relación.
Si una persona  le cuesta ceder y reconocer que su cónyuge puede tener la razón, tiene una actitud de orgullo y prepotencia. Una persona con esa actitud, tiene que tomar la decisión de buscar ayuda para liberarse de esa actitud antes de que dañe irreparablemente su relación.
Si quieres tener y mantener un matrimonio saludable, tienes que tomar la decisión de ceder muchas veces y estar dispuesto(a) a aceptar las ideas y conceptos de tu cónyuge. Eso implica en cierta manera morir a sí mismo(a) para que viva el matrimonio. Al fin de todo, nada ganamos y hasta podemos perder mucho por no ceder, pero si podemos ganar mucho en la relación del matrimonio y al final, disfrutar de lo más hermoso que Dios nos ha dado.
Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado.  
CUÍDALO!
                                                                                                                                              Replexiones

lunes, 27 de febrero de 2012

LOS DEBERES CONYUGALES

dinero_matrimonio2LOS DEBERES CONYUGALES.
Los graves problemas matrimoniales tienen su origen en la transgresión de los deberes de cada uno de los cónyuges. Es frecuente percibir cómo dos seres que se aman llegan al matrimonio con toda la ilusión de vivir felices, pero al poco tiempo de casados la desilusión los conduce a considerar la separación. La razón para llegar a este punto en la relación es que, ni él ni ella tenían claras las ideas referente a los deberes concernientes a cada uno de ellos.
Si a esto le añadimos una paternidad inadecuada, un carácter deformado, las malas influencias, y la carencia de una sólida orientación matrimonial, entonces, estaremos frente a una posible desintegración conyugal o cuanto menos a un atentado a la armonía familiar. Ante esto, sólo nos queda mirar a Aquel que instituyó el matrimonio y buscar la infalible enseñanza de las Sagradas Escrituras sobre el tema.
El punto de partida es aceptar que Dios es el Autor del matrimonio. Por lo tanto, sólo Él conoce todo lo referente a su buen funcionamiento. Dios les ha asignado ciertos deberes a cada uno de los cónyuges, ignorarlos o prescindir de ellos, es poner en riesgo la institución matrimonial.
El esposo tiene un rol y la mujer tiene otro, de acuerdo a la constitución física, psicológica y espiritual de cada uno de ellos. La naturaleza de él o ella no dependen de las corrientes filosóficas contemporáneas o teorías psicológicas del momento, sino de Su diseñador que es Dios. Dicho esto, pasemos a considerar los deberes primordiales del esposo, según lo describe la Palabra de Dios.
1. Lidera el Hogar – 1 Corintios 11:3. – Efesios 5:23. – 1 Timoteo 2:12.

Cuando un hombre acusa a su esposa de pretender asumir el liderazgo en la familia, siempre será porque el varón no está cumpliendo el deber de liderar el hogar. Todo grupo humano que logra triunfos y victorias tiene un líder que va delante de ellos, y la familia no es la excepción, también necesita de liderazgo y es al eposo a quién le compete esta noble misión. Cuando la mujer percibe que su familia está a la deriva, será tentada a usurpar el liderazgo del esposo, pero la verdad es que toda mujer desea ser liderada por su esposo. Cuando así sucede, ella se llena de “orgullo”, se siente segura y confiada.
El liderazgo del esposo debe ser ejercido en tres aspectos esenciales: 1) A nivel físico. Siendo el protector de la esposa y de los hijos ante eventualidades que pongan en riesgo la salud e integridad de su familia. Un esposo líder, jamás permitirá que su esposa e hijos sean víctimas de maltratos o agresiones de nadie, siempre estará alerta para proteger a los seres que más ama. 2) A nivel emocional. Apoyando cada vez que su esposa o familia tengan que atravesar experiencias traumáticas. Puede ser la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad, etc., ante tales circunstancias, es imprescindible la presencia confortante del esposo. 3) A nivel espiritual. Guiando a la familia por el camino del bien, inculcando valores y principios espirituales, morales, éticos y de conducta. Esta es una tarea ineludible para el esposo.
2. Amar a su Esposa – Efesios 5:25-30. – Colosenses 3:19. – 1 Pedro 3:1.

Parece absurdo considerar este deber del esposo. Lo soprendente es que Dios jamás le pide a la esposa que ame al esposo, y es que no hace falta decirle esto a una mujer. Su corazón femenino y tierno le permite amar espontáneamente como una expresión inherente a su naturaleza. No es así con el varón. Su rudeza e insensiblidad le dificultan expresar amor y afecto. No quiere decir que no ame, sucede que le cuesta expresarlo o manifestarlo. Es ahí donde Dios le impone al esposo que ame a su esposa. Este es un mandato imperativo, no una sugerencia.
El amor a la esposa siempre deberá contener expresiones concretas y tangibles. No basta decirle a la esposa, “te amo”, “tú sabes que te amo” o “por amor me casé contigo”. El amor del esposo hacia la esposa deberá incluir caracteres que evidencien o respalden con hechos lo expresado en palabras. No hay otra forma más eficaz para aseverarle a una esposa el amor de su esposo. El esposo sensato, sabrá amar a su esposa con sacrificio, será cortés y considerado con ella, siempre será generoso y amable. Siento decirlo, pero si el esposo no lo hace, alguien lo hará por él. Así es cómo empiezan las infidelidades y el adulterio, porque no faltó otro hombre atento y amable que logró perturbar las emociones de una mujer carente de amor y afecto de su esposo. Toda esposa necesita ser amada con amor expresivo.
3. Proveer al Hogar – Génesis 2:15. – 1 Timoteo 5:8. ; Salmos 128:1-6.

El hombre está diseñado para ser el proveedor y sustentador de la familia. Esto es aceptado en todas las culturas como algo natural, y así fue el plan original de Dios. No obstante, hoy en día las esposas también son profesionales o hacen empresa y ambos trabajan para el sustento del hogar, lo cual no implica que todas las necesidades son satisfechas. El trabajo genera recursos financieros o materiales, pero no suministra todas las necesidades existentes en una familia, y hay necesidades que la mujer no podrá suplir como sí lo puede y le corresponde al esposo.
En principio, aunque la esposa trabaje y perciba un salario, el esposo siempre deberá ser el principal proveedor a las necesidades materiales del hogar. Por otro lado, es deber del esposo proveer de seguridad y estabilidad emocional a la familia. La paz, la quietud y tranquilidad en el seno familiar es el anhelo de toda familia y el esposo deberá procurar proveer esta aguda necesidad de manera constante. Muchas esposas -y aún hijos- lamentan el clima hostil, tenso e inadecuado que viven en el hogar, y sin que nadie haga algo para remediar esta situación, siendo a veces el mismo esposo el que genera todo este malestar por su prepotencia o por su vida licenciosa o disipada, convirtiéndose en una carga para la familia, lejos de contribuir a la paz y a la armonía familiar.
4. Cumplimiento Conyugal – 1 Corintios 7:3-5. – 1 Tesalonicenses 4:2-5. – Hebreos 13:4.

No podemos dejar de tocar el aspecto sexual en cuanto a los deberes del esposo se refiere. En un mundo sexualizado y que gira en torno a la sensualidad, hoy existen hombres entregados al placer y al erotismo, pero más lamentable aún es que sus deleites y placeres estén vinculados a relaciones extra maritales, siendo desleales a su esposa, madre de sus hijos y compañera de la vida. Así es cómo incumplen el deber conyugal, mancillando el lecho matrimonial y siendo los responsables directos por el que incontables mujeres, fieles a sus esposos, terminen siendo infectadas con enfermedades de transmisión sexual en su propia casa.
Otro es el caso de hombres que abandonan el hogar por supuestas mejores condiciones de vida, o mejoras salariales. Viajan lejos olvidando que el matrimonio también significa unidad física. Estando el hombre solo, y la mujer sola es improbable que se mantengan sin actividad sexual por mucho tiempo, y no pocos cónyuges han arruinado su vida personal, matrimonial y familiar. La desatención por parte del esposo en el área sexual, expone también a la esposa a las tentaciones sensuales y a una posible infidelidad. Por ello, cuán importante es para los casados prestar atención a la enseñanza bíblica de “cumplir recíprocamente el deber conyugal”, tal como lo refiere el gran apóstol San Pablo en el capítulo 7 de su primera epístola a los corintios.
Autor : Dr. Feliciano Ruiz

lunes, 6 de febrero de 2012

! PAGAME LO QUE ME DEBES ¡

A OÍDO USTED hablar del ping pong conyugal? En su libro Healing for Damaged Emotions2  [Sanidad para las emociones lastimadas, David Seamands usa esta figura para ilustrar la actitud de una pareja que fue a visitarlo en busca de asesoría matrimonial. Durante sus quince años de peleas conyugales habían logrado perfeccionar las más depuradas técnicas alternadas de ataque y defensa, y ahí estaban exhibiéndolas, ante la mirada perpleja del consejero matrimonial: mientras uno hacía ping, el otro contestaba pong. Ataque y defensa, de- fensa y ataque: ping, pong; ping, pong…
¿Y de qué se acusaban? Ambos se sentían defraudados. Ella se había enamorado de él por su capacidad de liderazgo, su disciplina y su espíritu de trabajo. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que su esposo era indeciso, indisciplinado y flojo.
Las cosas, sin embargo, no eran muy diferentes desde la perspectiva del marido. Él se había casado con ella por su atractivo físico, su pulcritud y su capacidad de ordenar todas las cosas a su alrededor. Su chasco fue enorme al descubrir, con el paso del tiempo, que era descuidada con su apariencia y desordenada.

El fuego cruzado de promesas incumplidas los asemejaba a dos personas que se quieren cobrar supuestas deudas de forma compulsiva. En efecto, cada uno parecía estar agarrando al otro por el cuello, mientras le decía: “¡Me engañaste, sinvergüenza! ¡Págame lo que me debes! ¡Cumple lo que me prometiste durante el noviazgo!”

¿Cómo calificaría usted la actitud de aquellos cónyuges? ¿Era razonable que se culparan mutuamente por no “cumplir con las expectativas”? ¿Tenía cada uno derecho a exigir al otro lo que nunca se prometió, o lo que cada cual esperaba recibir por el solo hecho de contraer matrimonio?  En otras palabras, ¿qué podemos, razonablemente,  esperar, o no esperar del matrimonio, de modo que no pasemos la vida agarrando a nuestro cónyuge por el cuello mientras le reclamamos “¡Págame lo que me debes!”?
La respuesta, por supuesto, es depende. Todo ser humano tiene derecho a esperar lo bueno de la vida, de las amistades, del matrimonio, del trabajo siempre y cuando eso que espera sea razonable. El problema es que, cuando de expectativas se trata, especialmente de las nuestras, no siempre actuamos razonablemente.


Las expectativas: el equipaje psicológico”
“Equipaje psicológico”:
Así llama Aaron Beck, fundador de la terapia cognitiva, a la carga de expectativas que todo el que se casa lleva al matrimonio. Un equipaje que, aceptémoslo o no, pesa por dos razones principales, entre muchas que se pueden nombrar.3
•  La primera  y más obvia es que esperamos más de los seres más cercanos. A mayor el grado de intimidad en una relación, mayor también el grado de frustración si esa persona nos chasquea. Cuando un vecino, o un colega, actúa “por debajo” de nuestras expectativas, simplemente tendemos a esperar menos de esa persona en el futuro; o, dependiendo del grado de frustración, nos distanciamos de ella. No así cuando quien falla es el padre, la madre, el mejor amigo, ¡o el cónyuge!
•  La segunda razón guarda una estrecha relación con la primera. A diferencia  de las expectativas que tejemos alrededor de otras relaciones interpersonales, las que traemos al matrimonio tienen la propiedad particular de ser más inflexibles. Lo que esto significa es que, aunque nuestro cónyuge nos desilusione, este hecho no nos hace bajar las expectativas. ¿Por qué? Basta recordar la historia de las dos cobradores con la cual iniciamos este capítulo: Creemos tener derecho a lo que se nos prometió cuando nos casamos, aunque algunas de esas “promesas” hayan existido solo en nuestra imaginación.
¿Cuán pesado es “el equipaje psicológico” que usted llevó a su matrimonio?  Con el paso de los años, ¿el peso del mismo ha disminuido o, por el contrario, ha aumentado? Si ha aumentado, muy probable- mente se deba a que, desde su perspectiva, su pareja no ha satisfecho algunas de sus grandes expectativas. Y, por su- puesto, para conocer el tamaño de su frustración solo tiene que observar la brecha entre lo que usted esperaba de su matrimonio  y lo que cree estar recibiendo ahora mismo.

Lo que esperaba es el equipaje psicológico: los principios, los valores y las expectativas que usted trajo a su matrimonio (es decir, cómo deberían ser las cosas). Lo que cree estar recibiendo de su pareja ahora mismo es la realidad (cómo son las cosas, des- de su punto de vista). Cuando admitimos que tenemos un problema en nuestro matrimonio, lo que estamos afirmando es que las cosas no están marchando como deberían. O sea, no están marchando como nosotros creemos que deberían marchar. De nuevo, son las expectativas las que colorean nuestro juicio.
¿Cuán pesado es su “equipaje”? La información que sigue puede ayudar a detectar dónde está el sobrepeso.


Expectativas que  provocan un exceso de equipaje
1. Un matrimonio  perfecto

Con sobrada razón algunos investiga- dores sociales califican a este mito como el s destructivo de todos. ¿De dónde ha salido la idea de rodear al matrimonio, o a ser humano alguno, con un aura de perfección? La pareja ideal sencillamente no existe, como tampoco existe el matrimonio ideal. Pero muchas, quizás demasiadas, son las parejas que llegan al matrimonio esperando lo que es imposible conseguir en este mundo imperfecto en el que vivimos. Lewis Smedes expresó esta realidad en los términos más contundentes:
“Nadie se casa exactamente con la persona ideal; cada uno se casa con la persona que es más o menos la adecuada. Todos somos imperfectos. Y si aceptamos este lamentable, pero estimulante hecho de la vida, entonces estaremos listos para crecer verdaderamente.  No favorecemos en absoluto nuestro crecimiento personal mientras seguimos acariciando la fantasía de la mujer ideal, o del hombre ideal. Crecemos cuando renovamos constantemente nuestro compromiso con la pareja que tenemos”.
Me gusta especialmente la última parte de la cita: el crecimiento, el desarrollo, de la relación conyugal solo se produce cuando cada a tratamos de mejorar el matrimonio que tenemos, con el cónyuge que tenemos poniendo a un lado las fantasías propias de cuentos de hadas.
                                                                           (Libro Me casasria de nuevo contigo)
                                                                                Fernando Zabala.